Mudanza a Blog de Pensamiento lateral

martes, 4 de febrero de 2014

DUELO

-          Soporífero.

-          ¿Soporífero?

-          Que duerme, quiero decir.

-          Ya veo. De modo que no le ha gustado mi relato.

-          Yo no he dicho eso.

-          Pero le ha parecido...soporífero.

-          Sin duda no es demasiado emocionante. Dos hombres encerrados en una habitación...

-          En una caja.

-          ¿Perdone?

-          Es una caja. Las habitaciones tienen puertas.

-          Ya veo. Y la suya no tiene puertas.

-          Ni ventanas.

-          Ni ventanas, claro.

-          De hecho no tiene ningún tipo de apertura.

-          ¿Y cómo explica que haya dos personajes dentro?

-          Oh, se trata, evidentemente, de un misterio sin resolver.

-          ¿Y debe resolverlo el lector?

-          Solo si desea saber lo que está ocurriendo, claro que siempre puede no querer, cerrar el relato y seguir a otra cosa.

-          Pero parece que engancha.

-          ¿Ya no le parece soporífero?

-          Sin duda va despacio. Y no entiendo algunas de las cosas que ocurren.

-          Es un relato para pensar.

-          Ya veo… ¿Y lo del arma?

-          ¿No te gusta?

-          Lo veo forzado. Aparece sin más, y después todo se emborrona. ¿De verdad cree que morirán los dos?

-          ¿Querría usted vivir en una caja para siempre?

-          A lo mejor es que no han visto la puerta.

-          Yo lo escribí, sé que no tiene resquicios.

-          Veo una situación similar aquí.

-          Se llama paralelismo.

-          ¿Qué haces?

-          ¿Por qué lo dices?

-          Porque me estás apuntando con un arma, ¿de dónde la has sacado?

-          ¿Esto? Ah, bueno, estaba por aquí.

-          ¿Dentro?

-          Sí, llegó mucho antes que nosotros.

-          A una habitación sin puertas ni ventanas.

-          Exacto.

-          Sin duda otro misterio.

-          Eso sin lugar a dudas, sí.

-          De ti solo veo la mano, y el arma.

-          Eso es porque estoy en un rincón sin luz.

-          Sí, exacto, ¿te importaría…?

-          ¿...salir a la luz? ¿Por qué?

-          Para poder verte.

-          Pero tú ya me has visto.

-          ¿Fuera de aquí?

-          ¿Existe un fuera de aquí? Si es así lo desconozco, la verdad.

-          Aun así me gustaría ver tu rostro, y que bajases el arma.

-          Pero es que esto no es un arma. Aquí no.

-          ¿No?

-          No, estoy totalmente convencido de que se trata de otra cosa.

-          ¿Y qué es?

-          Eso es otro misterio.

-          Sin duda estoy empezando a apreciar su...relato.

-          Es emocionante, ¿no cree?

-          Tiene sus altibajos.

-          Y, ¿cómo cree que acabará?

-          ¿No acaba con los disparos?

-          ¿Quieres que acabe con los disparos?

-          No, no, yo no he dicho eso.

-          ¿Por qué levantas las manos? ¿Crees que voy a dispararte?

-          Bueno, sigues apuntándome.

-          También te he dicho que esto no es un arma.

-          Parece que pueda disparar.

-          Oh, y lo hace, sin duda alguna.

-          De modo que sí es un arma.

-          Me temo que es algo mucho más grave que un arma.

-          Tendrá que resolver las dudas sobre su relato. Empiezan a acumularse.

-          Eso rompería el paralelismo, ¿no cree? En el relato no hay explicación ninguna.

-          También hay dos disparos.

-          Oh, sí, también está eso.

-          No me gustan los disparos.

-          A uno de mis personajes no le gustaban los disparos. Al otro sí. Y a mi me encantan.

-          ¿Y si digo que a mí me gustan los disparos?

-          Oh, no me gustaría romper el paralelismo...tenga. Tenga, cójala. Ahora yo odio los disparos, ¿de acuerdo?

-          De acuerdo. ¿ Me da el arma?

-          Para usted.

-          Muchas gracias.

-          Ahora es usted el que me apunta.

-          Estoy nervioso, hace un momento me apuntaba.

-          Sí, eso es verdad. No puedo negarlo.

-          Pesa más de lo que pensaba.

-          Y no es tan fácil de disparar.

-          ¿De veras?

-          De veras, hay que ejercer bastante presión sobre el gatillo. Más de la que parece.

-          Ya veo.

-          Pero tenga cuidado, solo hay dos balas.

-          Eso son dos disparos.

-          Ha dicho que le encantan.

-          No quería morir. Desde luego no aquí.

-          Hay cosas peores que morir aquí.

-          ¿Como qué?

-          Como quedarse aquí para siempre.

-          Bueno, no hay salida.

-          Eso no es verdad. Hay dos salidas.

-          Pero no hay puertas ni ventanas, ni ningún tipo de abertura.

-          No las necesitamos para salir.

-          Ah, ¿no?

-          No, claro que no. Me temo que ese relato que a usted le aburría...no lo ha entendido.

-          Quizá por eso no me haya resultado agradable.

-          Sin duda es por eso. Si lo hubiese comprendido le habría parecido exquisito.

-          Explíquemelo.

-          ¿Yo?

-          ¿Quién si no?

-          Explíqueselo usted mismo.

-          Pero, ¿qué dice? Ya basta de juegos. ¡Quiero salir de aquí!

-          ¿Y qué va a hacer?

-          Voy… ¡a dispararle! ¡Le dispararé!

-          Muy bien, pero tiene solo dos balas.

-          ¿No está asustado?

-          Algo, pero soy optimista. Me aterran los disparos, pero no veo otro modo, y solo tiene dos balas.

-          Deje de repetir que solo tengo dos balas, eso ya lo ha dicho.

-          Lo repito porque es importante.

-          ¿Importante?

-          Que tiene cierta relevancia.

-          Sí, sé lo que significa importante. Salga de la zona sin iluminar.

-          No.

-          Salga o le disparo.

-          Adelante. O me dispara, o salgo.

-          ¿Cómo?

-          Si no me dispara daré un paso adelante y usted me verá la cara.

-          ¡Es su cara la que quiero ver, puto lunático!

-          Por favor, no pierda los papeles. Tranquilícese. No querrá apretar el gatillo sin querer.

-          Ha dicho antes que cuesta apretarlo.

-          He dicho que cuesta más de lo que parece, pero usted está nervioso, le tiembla la mano demasiado.

-          ¿Y qué?

-          Nada, pero sólo tiene dos balas.

-          ¡Una! ¿Ve? ¡He disparado al techo!

-          Sí, lo veo. Y ahora ya solo queda una bala dentro de la pistola.

-          Y es para usted.

-          Muy amable.

-          ¿Amable?

-          Por darme la única posesión dentro de la caja.

-          Está usted loco. ¿Qué hace? Quédese quieto.

-          ¿Y si no?

-          ¿Cómo? No puede ser…

-          ¿Por qué se aleja?

-          Porque usted se acerca. Quédese donde está. ¿Cómo puede ser?

-          ¿Cómo puede ser, qué?

-          Tiene usted mi misma cara.

-          Más me vale.

-          Deje de acercarse o disparo.

-          Dispare, o me acercaré más. ¿Se ha dado cuenta de que es usted el que está ahora en la sombra y yo bajo el foco?

-          ¿Y eso qué significa? Deje de sonreír o…¡disparo!

-          Dispare.

-          ¡Já! ¿Qué le ha parecido? ¿Eh? Se está desangrando y yo sigo vivo.

-          Gracias.

-          ¿Gracias?

-          Quería ser yo la parte que consiguiese salir de aquí.


2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho. Lo entiendo como un conflicto de dos ideas en la cabeza. Me recuerda a "El club de la lucha".

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Lo has captado perfectamente! Salvo por esas cosas que has dicho en tu comentario :P

      No, es broma, has acertado ;)
      Pero no digas nada para que el siguiente no sepa nada :P

      Eliminar