Se nos ha enseñado desde
pequeños que los museos y exposiciones son sitios serios, donde gente que sabe
mucho más que nosotros ($y que se ha dado cuenta de ello$) nos intentan
inculcar ese conocimiento y cultura del modo más aburrido posible. A saber: mostrando
su obra en diversos expositores a los que ni acercarse y manteniendo la
distancia seca de a un artista muerto. Aun a pesar de que, por fortuna, alguno
anda todavía por aquí con nosotros.
El pasado sábado acudí a la
exposición “Con dos colores”, una que abarca temas sobre la crítica social presente mediante el uso de cartelería
roja y azul superpuesta. Se trata de obras sin filtro expresadas a través de
otro.
¿Qué significa esto? Que
mediante el uso de unos filtros de color, y mirando el mismo cartel, verás dos
montajes distintos. Os pondré un ejemplo sacado de su blog.
Los filtros azules/rojos
cuelgan del techo frente a las obras, de modo que el espectador coge un filtro,
observa el cartel, y después lo vuelve a observar con el otro color. Esta breve
interacción rompe definitivamente con el observador pálido ante la obra de
arte, y obliga a la interactuación con la obra. Pasa a ser necesario que uses
el filtro para ver lo que el crítico ha querido mostrar con su cartel.
Y ahí entra la parte divertida
de “juego” dentro de la exposición.
Consejo: id acompañados de
alguien que, aunque se ponga los filtros
por delante de los ojos, no los tenga en la boca. A ser posible alguien que
se tome la exposición con la misma seriedad con la que un niño destroza con plastidecor importantísimos papeles de oficina.
Os lo pasaréis mejor. Lo sé,
me ha ocurrido.
Posibles juegos:
1) por
turnos, id leyendo lo que veáis, cada uno equipado con un filtro, para que el
otro trate de imaginarse lo que ves tú y viceversa. Luego cambiaos los filtros
para ver qué es lo que el otro intentaba describir;
2) poned
verdes a todos los que veáis en las cartulinas. Cuanto más soeces los
comentarios, mejor;
3) intentad
leer los textos cantando.
Si los otros visitantes os
miran raro no tenéis de qué preocuparos. Ellos están en lo cierto: estáis
locos. Pero que eso no os impida seguir jugando.
Los museos suelen ser sitios
grises y silenciosos. Y en ocasiones se nos cataloga a españoles, portugueses,
italianos y griegos de ir dando voces por los museos. Animo a jugar en los
museos. Entendedme: jugar con la cabeza y las palabras, que nadie se lleve una
plastidecor (ni un niño).
¿Habéis jugado alguna vez en
un museo?¿Cómo?
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