Mudanza a Blog de Pensamiento lateral

lunes, 16 de diciembre de 2013

HE SIDO YO, LA CULPA ES MIA, LO SIENTO


Fuente: eMe-Art


Creo que nadie se llevará sorpresas si digo que la culpa es de otro. Siempre es de otro. Nos ocurre a todos los niveles en la vida: el temor a estar equivocados o a haber hecho algo mal. El adueñarse de un trabajo mal hecho no se lleva.

¿Por qué tememos habernos equivocado?

1)       Miedo a posibles represalias

En la mente de todos está el despido por cometer errores, cuando este tipo de despidos es totalmente marginal y como resultado de conductas que ya por sí mismas son causa de despido procedente.

Aun así intentamos tapar o huir de la cagada como si no fuese nuestra.

2)      Miedo a la desprofesionalización

En un entorno en que se piden profesionales en vez de trabajadores perder el control sobre lo que los demás opinan de ti puede asustarnos.

“Si los demás descubren nuestro error, hablarán de él constantemente.”

3)      "Si me he equivocado, me equivocaré otra vez"

Calado está en nuestro cerebro el miedo a que nos vuelva a ocurrir de nuevo algo así. Cometer un error una segunda vez puede asustarnos lo suficiente como para no confesarlo nunca.

Contrariamente a esta afirmación, una persona consciente de haber cometido un error tiende a no repetirlo, por lo que es más confiable que quien nunca lo ha hecho.



El proceso del error (porque existe, está documentado, y me lo ha contado un amigo)

1)      Lo cometemos.

No necesariamente adrede: un olvido, descuido, un salto de línea, una llamada que no hiciste. Y, de repente, está hecho.

2)      Nos damos cuenta.

Esta es la fase de los sudores fríos. ¿Alguien más lo ha visto? ¿Se han dado cuenta? ¿Puedo solucionarlo sin que me vean? En este momento adoptamos la actitud de los suricatos. Con toda la discreción que da un cuerpo entero en vertical sobre una pradera nos ponemos a investigar lo antes preguntado.

Trabajador intentando disimular tras un error. Fuente: konakuer

3)      Intentamos taparlo/corregirlo.

En un alarde de imaginación actuamos igual que los perros: si lo entierro, nadie lo verá. Y es cuando se puede aplicar el dicho “El asesino siempre vuelve al lugar del crimen.”


Está en nuestros genes, no podemos evitar corregir nuestros errores si podemos, y, sobretodo, sin pedir ayuda.

4)      Si nos pillan, contestamos con excusas.

Todo un abanico de comportamientos desde el “no sé de qué me estás hablando” al “yo hago como que no escucho” cuando alguien comenta el error en voz alta. Toda la oficina/familia/grupo de amigos sabe quién es: el que en vez de columna vertebral tiene una barra de acero que le imposibilita girar el cuello y el que mira con los ojos hacia los lados, como los equinos.



Lo que está claro es que el equivocarse da muy mala imagen, no se lleva, no es profesional, y tendemos a ocultar nuestros errores.

Lo que está claro es que una persona que admite su culpa: es responsable y quiere aprender y superarse a sí mismo.



¿Y tú? ¿Tienes algún “amigo” al que le haya ocurrido esto?

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